Las peleas ante cualquier estímulo, estar en modo defensa, los insultos y el intentar separarme, para volver, cada vez que regresaba la soledad. Son momentos de dolor y desesperación que aún recuerdo.
Aún, puedo sentir lo poca cosa que me sentía, el poco valor que me daba y como el miedo al abandono me paralizaba. Allí buscaba muchas excusas para quedarme y se ponía cada vez peor.
Hasta que descubrí que ese miedo era un apego emocional, un trabajo grande de mi niñez no resuelto, que tenía vacíos emocionales que quería que esa persona llenara y a cambio, le entregaba todo, sin darme cuenta que así, estaba naciendo la dependencia emocional.
Desde ese hoyo oscuro se puede salir, cuando se decide y se trabaja. Hay milagros en esa pérdida que quiero que encuentres hoy.
El tiempo emocional e inconsciente NO EXISTE, sólo cuando tomamos consciencia, un instante puede cambiar nuestra vida completa.